En estas aguas poco profundas aparecen desde el fondo del mar restos de ciudades sumergidas, depositados allí por terremotos, tsunamis y placas en hundimiento.
Antes de que se hiciera realmente de día había sacado sus carnadas y estaba derivando con la corriente. Un cebo llegaba a una profundidad de cuarenta brazas.
Pero entonces pudiera romperlo. Debo aguantarlo todo lo posible y darle sedal cuando lo necesite. Gracias a Dios que va hacia adelante, y no hacia abajo.
Cuando la placa de Farallón se hunde, comprime América del Norte, elevando sierras como las montañas rocosas que se extienden a más de 5.000 kilómetros.