Las prisas apenas me concedieron unos minutos para despedirme de mi madre; poco más que un abrazo rápido casi en la puerta y un no te preocupes, que te escribiré.
¡Oh señor, señor, por quien Dios es que vuesa merced mire por sí, y vuelva por su honra, y no dé crédito a esas vaciedades que le tienen menguado y descabalado el sentido!
No me puedo despedir, chicos, sin deciros que me ha flipado estar aquí con vosotros y que estoy segura de que a partir de ahora lo vais a petar con el español. ¡Cuidaos mucho!
Cuando yo acabo de terminar de hablar con alguien: " sí, sí, vale, nos vemos, hasta luego, cuídate, chao" , lo que hago es colgar, cuelgo, es decir, termino la llamada, " colgar" .
Para estar tan herido este mancebo -dijo a este punto Sancho Panza-, mucho habla: háganle que se deje de requiebros y que atienda a su alma, que, a mi parecer, más la tiene en la lengua que en los dientes.