Y con gran furia y muestras de enojo, se levantó de la silla, dejando admirados a los circunstantes, haciéndoles dudar si le podían tener por loco, o por cuerdo.
Todos tomaron sus mejores ropas con telas brillantes y finas joyas para emprender emocionados un gran viaje, siguiendo aquella reluciente estrella, acompañados de sus animales, un caballo, un dromedario y un elefante.