Se desempedraba el cielo en unas tempestades de estropicio, y el norte mandaba unos huracanes que desportillaron techos y derribaron paredes, y desenterraron de raíz las últimas cepas de las plantaciones.
Los cristales del bar soportaban apenas la furia de la tramontana de primavera, pero él iba vestido con una especie de piyama callejero de algodón crudo, y unas abarcas de labrador.
Y de agosto a noviembre, la pesca se pausa porque es temporada de nortes, como le dicen allí a las rachas de vientos fuertes, a veces acompañados con lluvias.
Y ya cuando llega la temporada de agosto y septiembre, que empiezan los nortes, se retiran, se van y ya la gente se queda así, sin poder pescar, sin trabajo, sin nada.