Sin embargo, no podía negar que estaba contenta de estar en el mismo curso; la vieja rivalidad seguiría adelante y, de faltarle, apenas si hubiera sabido qué hacer.
Caía sin cesar una llovizna boba como de caldo tibio, la luz de diamante de otros tiempos se había vuelto turbia, y los lugares que habían sido míos y sustentaban mis nostalgias eran otros y ajenos.