1.No debemos esperar a que lleguen nuevos cataclismos y tragedias a gran escala para ponernos de acuerdo sobre la necesidad de construir unas Naciones Unidas renovadas para el nuevo siglo.
2.El final del segundo milenio, a diferencia del primero, no estuvo acosado por las visiones aterrorizantes del Apocalipsis, aquellas siete trompetas que convertían en sangre, oscuridad, humo y langostas a una tercera parte de la Tierra.