Estos musulmanes pasaron a ocupar los territorios del noroeste de África que ya poseían una rica historia milenaria protagonizada por fenicios y diferentes dinastías bereberes.
El Imperio se expandió por los antiguos territorios bizantinos en el norte de África, y esto con gran eficacia y rapidez bajo la dinastía de los Omeyas.
A comienzos de ese siglo, Ceuta había estado controlada por varias dinastías bereberes y árabes y era uno de los puertos económicos más estratégicos del mundo islámico.
Y es que es aquí en el Albaicín donde los últimos Omeyas decidieron fundar esta ciudad que hoy conocemos y que aún fluye de vida, al igual que entonces.
La tía de su abuela fue María Antonieta; su abuelo, Luis Felipe I de Orleans, fue el último rey de Francia; y su padre, Leopoldo I, fue el primer rey de Bélgica.
Sin embargo, esto le daba demasiado poder a los Borbones de forma que se creó la Gran Alianza, formada por países que apostaban por el nombramiento de Carlos de Habsburgo como rey, en lugar de Felipe.
En el siglo XVIII con el rey Felipe V se instaura la dinastía borbónica y se entra en el siglo de las luces, llamado así por el movimiento de la ilustración que nace en Francia.
Fundado en época íbera, fue en tiempos nazaríes cuando este barrio se convierte en lo que conocemos hoy, un laberinto de calles estrechas y casas encaladas que ha inspirado a artistas y poetas de todos los tiempos.
Quizá la gente ya llevaba un siglo o incluso más planteándose la diferencia entre lo que hablaba y el latín, pero seguramente fuera la reforma carolingia la que puso la guinda al pastel de las dudas.