Afortunadamente, con la ayuda de la comunidad internacional, esos títeres congoleños y los bandidos ugandeses no estarán con nosotros por mucho tiempo.
Por lo tanto, esta Asamblea, plasmación de la conciencia universal, pero también de la voluntad de paz y de concordia entre las naciones, debe difundir un mensaje claro.
El mantenimiento del orden público y la justicia son la piedra angular de una sociedad fracturada y convulsionada, decidida a vivir en paz consigo misma y con su vecino, Indonesia.
La armonía entre los pueblos, la armonía entre la humanidad y la naturaleza, así como la convivencia pacífica entre los Estados deberían estar regidas y salvaguardadas por el Estado de derecho.