Han recibido, por ejemplo, imágenes o mensajes sexuales sin haberlos pedido, han sido chantajeados con imagenes intimas o han accedido sin querer a contenido pornográfico.
Otro argumento frecuentemente utilizado pero poco probable, nos remite al supuesto carácter erótico de algunas de las piezas que componían este encargo, como esta que tenemos aquí.
Pero el problema, la raíz, es que no estamos dando herramientas necesarias para que los jovenes entiendan que el porno no es experiencia sexual ni real ni normalizada.
Sin embargo, si analizamos el conjunto, veremos que sólo cuatro obras en total incluían desnudos femeninos y que ninguno de ellos responde precisamente a un carácter erótico o lascivo.