Sujeta el tronco con una especie de pinzas, extiende enormes lonas a su alrededor, como un paraguas, al revés, y de repente empieza a sacudir el naranjo.
Era un antiguo hombre de mar, muy viejo, que conservaba del oficio el chaquetón impermeable, la gorra y la cachimba, y la piel achicharrada por las sales del mundo.
Los dos vestían como muggles, aunque con muy poco acierto: el hombre del reloj llevaba un traje de tweed con chanclos hasta los muslos; su compañero llevaba falda escocesa y poncho.