Teresa lo mira muy seria, moviendo apenas la cabeza, las manos quietas a lo largo de su cuerpo, pero en sus ojos asoma un elemento nuevo, todavía impreciso, una luz maliciosa.
La carne y la tortilla se le pegaban en las entrañas para no dejarse arrancar, mas a cada envión del estómago no le quedaba sino abrir la boca y apoyarse en la pared como el que se asoma a un abismo.