Según varios relatos que coinciden entre sí, algunas de las personas capturadas y de las que se rindieron a los Janjaweed fueron ejecutadas a balazos y sumariamente.
Hay muchas historias trágicas, incluida la del niño de 14 años que fue atado a un jeep durante una incursión y una niña de 13 años que fue acribillada a balazos en su camino a la escuela.
A quienes lo entienden así, quiero contarles el destino de Benjamín Otálora, de quien acaso no perdura un recuerdo en el barrio de Balvanera y que murió en su ley, de un balazo, en los confines de Rio Grande do Sul.
Después de luchar en la capital catalana esos días de mayo, volvió al frente de Aragón, recibió un balazo en el cuello, al que sobrevivió casi milagrosamente, pese a haberlo atravesado de lado a lado.