Ni el rey ni los comerciantes lo dudaron un momento: la campaña para sofocar la revuelta de Cerdeña y la guerra contra Genova debía ser financiada por la burguesía de Barcelona.
Posteriormente, la alta burguesía y miembros del gobierno siguieron esta moda y la ciudad se convirtió en el epicentro del veraneo de los ricos y famosos de la época.
En Francia supuso el fin del poder absoluto de la monarquía y de la iglesia, fue el ascenso de una nueva clase política, la burguesía, y la transformación de la economía y la sociedad.
Por una parte, la burguesía enriquecida aspiraba a acceder al poder político; por otra, los campesinos apenas podían sobrevivir por los numerosos impuestos a los que debían hacer frente.
A finales del siglo xix, en los países más industrializados apareció una amplia clase media o pequeña burguesía, cuyo número cada vez era mayor, sobre todo en las ciudades.
Napoleón, apoyado por la alta burguesía dio un golpe de Estado el 18 de brumario (9 de noviembre de 1799) y estableció el Consulado, en el que el poder lo ejercían en tres cónsules: Napoleón, Ducos y Sieyes.