Pero nuestra admiración será mayor si recordamos que la construcción de estos colosos se efectuó hace seis mil años, época en que la humanidad no disponía sino de herramientas muy rudimentarias.
Así se le fue pasando el tiempo, entre el coloso de Rodas y los encantadores de serpientes, hasta que su esposa le anunció que no quedaban más de seis kilos de carne salada y un saco de arroz en el granero.