Vestía un traje por el que no le hubieran dado ni diez pesetas en el mercado de Los Encantes, pero lo compensaba con una estrepitosa corbata de colorido tropical.
Su ancho sombrero negro, pantalones abolsados, corbata blanca, sonrisa de simpatía y aspecto general de observador curioso y benévolo eran tales, que sólo un señor John Hare sería capaz de igualarlos.
En el ámbito empresarial es común que el hombre use el traje caracterizado por tener el saco y el pantalón de la misma tela y el uso de una camisa con corbata.
Aún no había salido el entierro. Los hombres -vestidos de blanco con corbatas negras- conversaban en la puerta bajo los paraguas. Uno de ellos vio al coronel saltando sobre los charcos de la plaza.