Gerasim se estremeció, temeroso al parecer de haber cometido algún desliz, y con gesto rápido volvió hacia el enfermo su cara fresca, bondadosa, sencilla y joven, en la que empezaba a despuntar un atisbo de barba.
Y el rincón que hay al lado de Idlewild está embrujado por el fantasma de una criatura asesinada; se desliza por detrás y le pone sus helados deditos sobre la mano, así.