En última instancia, el Gobierno debe estar dispuesto a escuchar las preocupaciones legítimas de los haitianos, incluidos los que se encuentren en su diáspora.
Algunos aldeanos señalaron que, en el mejor de los casos, la diáspora había ayudado con algunos recursos financieros, pero otros evitaron tratar el tema.
Varias autoridades locales y personas entrevistadas destacaron que la diáspora de Armenia prestaba apoyo en materia de infraestructura, servicios médicos, prestaciones sociales y vivienda.
No obstante, los residentes de las aldeas y el pueblo de Kelbajar subrayaron el papel de la diáspora armenia en la financiación de sus iniciativas de reconstrucción.
La administración, que mantenía contactos frecuentes con grupos de la diáspora de Leninavan, señaló que si se lograba construir la infraestructura adecuada, toda la comunidad de Leninavan regresaría.
Albertine Tshibilondi Ngoyi, del Centro de Estudios Africanos de Bruselas, analizó la situación de las mujeres de ascendencia africana que viven en la diáspora utilizando el ejemplo de Bélgica.
Un aldeano dijo que su familia recibía apoyo financiero esporádico de fuentes de la diáspora, pero poco apoyo de la administración local y ninguno de las autoridades de Nagorno-Karabaj.
La mayor parte de los fondos para proyectos de infraestructura provenían de la diáspora, bien enviados directamente a los residentes por sus familiares o filtrados por conducto de la administración.
En México viven cerca de 130 millones de personas, sin contar con los más de 30 millones de mexicanos en la diáspora, repartidos por países como Estados Unidos, España o Canadá, entre otros.