Caterina corre hasta la habitación de Fedea, recuesta su cabeza muerta en una posición más natural, de durmiente, sobre la almohada y con una mano firme abre la puerta por la que quiere entrar muchísima gente.
Pero para todos los que no leéis pero que sois lectores, aunque no lo sepáis porque sois lectores durmientes, yo os invito a que vayáis a las librerías, a las bibliotecas, y os pongáis a leer.