Aquí no han sonado las bombas desde las últimas semanas, pero desde el pasado 7 de octubre un silencio estremecedor invade la que era la zona más turística de Jerusalén.
Solía darle noticias secas sobre sus victorias y el número de muertos y heridos, que mezclaba con una estremecedora falta de empatía, con expresiones de su amor y su añoranza.