Y la princesa quiso hilar también, pero nada más tocar la máquina, se pinchó el dedo con ella y la maldición del hada vengativa se cumplió al instante.
El aprendizaje es mutuo porque el maestro aprovecha los conocimientos musicales del becario para hilar todavía más fino en un oficio que nunca dejará de sonar.
Deja de ser solo unas mujeres en un taller que están hilando para convertirse en una fábala política, mitológica y simbólica que es la Fábula de Atea y Aracne.
No me quedaba más lienzo que algunos harapos; tenía pelos de cabra pero no sabía cómo hilarlos o tejerlos y, aunque lo hubiese sabido, no tenía instrumentos para hacerlo.
Creo que, hilándolo un poco con lo que has dicho antes de la generación actual, yo también veo como mucho orientado al resultado cuando realmente muchas veces el retorno está en el propio hecho de hacerlo.
O sea, también me he dado cuenta con los años que hay una fina línea entre el cerebro y el estómago que se ha roto y que no siempre se puede hilar, ¿no?