Puede que nuestras economías sean pequeñas y vulnerables, pero nuestros ciudadanos son de carne y hueso y, al igual que los de otros lugares, también aspiran a la prosperidad, la seguridad y la paz.
Ese es sin duda un ámbito en que las Naciones Unidas y uno o más de sus organismos o instituciones asociadas habrán de realizar un cambio positivo para el bienestar de personas reales de carne y hueso.