A la mano de Dios -dijo don Quijote-; pues así es que una señora se me humilla, no quiero yo perder la ocasión de levantalla y ponella en su heredado trono.
El de los pies ligeros lo humilla: amarra sus tobillos, lo arrastra y lo lleva hasta su campamento dejándolo como alimento de los perros y aves de rapiña, lo que es impedido por Apolo o Febo y Afrodita.