Hoy en día no existen gauchos reales, se los denomina paisanos a los trabajadores rurales que mantienen vivas las tradiciones de estos jinetes de las llanuras.
A la cabeza iba Pedro de Alvarado con 28 soldados españoles de infantería, entre los que iba el futuro cronista Bernal Díaz del Castillo y acompañados de 30 jinetes.
De centinela en centinela se fue oyendo más y más próximo, y no tardó en llegar, en confundirse con ellos, que creían soñar despiertos al oír lo que contaba el jinete.
Se lo mostró a Fernanda, y también ella admitió el parecido del jinete no sólo con el coronel, sino con todos los miembros de la familia, aunque en verdad era un guerrero tártaro.
Fugazmente pensé en los jinetes mogoles que querían hacer de la China un infinito campo de pastoreo y luego envejecieron en las ciudades que habían anhelado destruir; no era ésa la memoria que yo buscaba.
Así es que, después de atravesar la plaza, los dos jinetes tomaron otra vez el camino de casa, llegando a Canterville a eso de las once, rendidos de cansancio y con el corazón desgarrado por la inquietud.