La Carta de las Naciones Unidas nos inculcó una verdad, que quedó grabada en una lápida: si bien hay quien duerme para soñar, nosotros debemos soñar para cambiar el mundo para mejor.
Ponen velas, que sirven para iluminar el camino de las almas que están regresando, también son típicas las flores cempasúchil y se esparcen sobre las lápidas incluso por los caminos para que los muertos sepan por dónde ir.
Entonces mandó a hacer una lápida de anarquista, sin nombre ni fechas, y empezó a dormir sin pasar los cerrojos de la puerta para que el Noi pudiera salir con la noticia si ella muriera durante el sueño.