Nunca se supo que se socorrieran entre ellos; avaros de sus desperdicios, como todo mendigo, preferían darlos a los perros antes que a sus compañeros de infortunio.
Los mendigos cerraron los ojos horrorizados, la lechuza volvió a pasar y el Pelele escapó por las calles en tinieblas enloquecido bajo la acción de espantoso paroxismo.
Entonces la Golondrinita voló por la gran ciudad y vio a los ricos que se festejaban en sus magníficos palacios, mientras los mendigos estaban sentados a sus puertas.
En medio de aquella algarabía de feria, un hombre muy viejo de aspecto inconsolable, sobretodo de mendigo, se sacaba a dos manos de los bolsillos puñados y puñados de pollitos tiernos.
Y si tendría más o menos unos 85 años de edad se vería así: físicamente me parece que está nada mal; pero no me gusta tanto el hecho que lo hayan dibujado como un mendigo.
Hacían prácticas extremas, ayunos larguísimos, se abstenían sexualmente, evitaban el cuidado de su cuerpo, no se higienizaban en absoluto, se vestían con ropa incómoda y eran pobres o mendigos voluntariamente.