La regla de oro es el llamado imperativo categórico: nuestras decisiones son moralmente correctas cuando pueden convertirse en una regla que todos deberían seguir.
No hay nada en lo que los lobos y las ovejas puedan estar de acuerdo moralmente: sus naturalezas son diferentes, al igual que sus necesidades y objetivos, y lo que les hace sentir bien.
La señorita Stacy era una mujer brillante y simpática que poseía el feliz don de ganarse y mantener el afecto de sus alumnos y de sacar a la luz lo mejor que había en ellos, mental y moralmente.
Hoy ya no solo está inhabilitado para seguir como ministro del Interior, sino, que hoy moralmente usted está inhabilitado para ir a la carrera judicial.