Acabó de cerrar la noche, pero con tanta claridad de la luna, que podía competir con el que se la prestaba, de manera que cuanto el novel caballero hacía era bien visto de todos.
En pocas líneas, los críticos se habían despachado a gusto y habían recomendado al novel Carax que no dejase su empleo de pianista, porque en la literatura estaba claro que no iba a dar la nota.
O sea, hay que currar, soy la gente novel, trasfondo las horas y horas de tele que he visto, las horas que he estado ahí indagando que sí, uno que sí, el otro que sí, tal.