En estas condiciones, los materiales orgánicos se tornan muy solubles en agua y se oxidan para producir dióxido de carbono, agua y sales o ácidos inorgánicos.
El zinc se oxida, es decir, pierde electrones, que son captados por los iones en el agua, en un proceso llamado reducción, lo que produce gas hidrógeno.
La fuerza eléctrica que ejercen los protones en los electrones que los rodean da forma al átomo y confieren al oro sus propiedades químicas, como que no se oxide y sea brillante y maleable.
Para hacer esto, el hígado debe descomponer las moléculas de etanol utilizando una enzima llamada alcohol deshidrogenasa, que cambia la estructura química del etanol, oxidándolo y transformándolo en acetaldehído, una sustancia conocida por ser muy tóxica y cancerígena.