¿Y dice usted, Petronila —el Tícher hablaba pausadamente—, que ya los señores médicos facultativos se declararon incompetentes para rescatarla de los brazos de la Parca?
A partir de entonces, ambos dedicaron sus esfuerzos a los negocios más diversos, todos con una estrella más bien famélica cuyos parcos réditos había invertido él convenientemente en jarana, burdeles y copazos de Fundador.