Pero la infantita no estaba allí; sólo vio unas prodigiosas estatuas blancas que lo miraban desde sus pedestales de jaspe con ojos ciegos y labios que sonreían extrañamente.
Una Diana artificial, dorada, heroica, serena y dominada por el viento, brillaba con luz trémula sobre su pedestal bajo el claro resplandor de su tocaya en el cielo.
Allí nos recibirá el Cristo Redentor, una imponente estatua de treinta metros de altura más un pedestal de ocho metros que representa a Jesús de Nazaret.
Pero Aureliano Segundo se sobrepuso de inmediato a la perplejidad, declaró huéspedes de honor a los recién llegados, y sentó salomónicamente a Remedios, la bella, y a la reina intrusa en el mismo pedestal.
Ese pedestal lo tenemos que compartir con los Neandertales, por tanto, nos baja los humos en una buena medida, nos dice que somos una especie más en la cadena evolutiva, en la cadena de la evolución humana.
Sí, creo que también es como ver objetivamente cómo fue la relación con tu mamá, que fue lo que a ti a mí nos tomó tantos años, como que o las teníamos en un pedestal o vivíamos juzgando lo que hacían o las decisiones.