Otros pequeños corrían peor suerte y acababan sirviendo de alimento en banquetes caníbales, o como ingredientes para elaborar pociones y ungüentos mágicos.
Una lesión en mi pierna, aparentemente insignificante al principio, se convirtió en la fuente de un dolor incesante que ninguna poción o encantamiento podían aliviar.
Muchas de ellas que no recibían la caridad disponible en la sociedad tradicional local, pro bablemente intentaron sobrevivir vendiendo hierbas, pociones o remedios secretos para curas.
Con cada poción que burbujea en sus calderos, con cada palabra mística pronunciada en noches estrelladas, la realidad parece doblegarse, abriéndose a posibilidades infinitas donde lo imposible se materializa y lo fantástico se vuelve palpable.