Pero cuando vio la forma insensata en que despreció a un pretendiente que por muchos motivos era más apetecible que un príncipe, renunció a toda esperanza.
Judas estaba en el centro de un círculo de curiosos, bailando con la que le pagara, y habían tenido que poner orden para calmar las ansias de las pretendientas.
Tradicionalmente, en Cataluña, los enamorados regalaban una rosa roja a su amada el día de Sant Jordi, mientras que las chicas regalaban un libro a su pretendiente.
Leopoldo I aspiraba a que su hija se casase con el heredero de una importante casa real europea, pero, aunque tuvo muchos pretendientes, ninguno resultaba del agrado de Carlota.
Y como sé que esto es un hecho de gran felicidad, he accedido a la petición del pretendiente, don Diego Murquía, de comenzar este recital con una melodía dedicada especialmente para ella.