Había más de una docena de ellos y brincaban y pataleaban como pulgas de playa. El viejo les arrancó las cabezas con el índice y el pulgar y se los comió, masticando las cortezas y las colas.
¿Malas pulgas? —Ron levantó los ojos al cielo—. ¿Qué más da eso? Es increíble. Y es muy joven, además. Sólo tiene dieciocho años o algo así. Es genial. Esperad a esta noche y lo veréis.
No en las tiendas, en las tiendas oficiales, pero cuando vas a comprar a un lugar que tiene objetos de segunda mano, un mercadillo de esos que en algunos lugares lo llaman mercado de las pulgas, ¿no?