Le subimos el volumen a todas esas cosas de la historia que esperábamos escuchar: el revólver en la guantera, las puertas trabadas, el aislamiento del lugar.
Temblando fue hasta el velador y cogió el revólver, pero recordó su nueva promesa, y durante un rato permaneció inmóvil, limpiando obstinadamente con la uña una mancha del tambor.
Para los europeos América del Sur es un hombre de bigotes, con una guitarra y un revólver -dijo el médico, riendo sobre el periódico-. No entienden el problema.
Era la primera vez en su vida que disparaba un revólver. Inmediatamente después de la detonación no sintió nada más que el murmullo de la llovizna en el techo de cinc.
Establecido en el desmantelado arrabal, temía a los ladrones; en el patio de la fábrica había un gran perro y en el cajón de su escritorio, nadie lo ignoraba, un revólver.
Una vez seguro de que no había olvidado ningún episodio, desentumeció los músculos de su anquilosado cuerpo, metió la mano debajo de la almohada y extrajo un revólver, que apuntó contra su sien.
Pero como el mensú parecía gustar realmente de la dama —cosa rara en el gremio— Cayé ofreciósela en venta por un revólver con balas, que él mismo sacaría del almacén.
Desde allí, y de atrás, acechó a su compañero, recogiendo el revólver caído; pero Podeley yacía de nuevo de costado, con las rodillas recogidas hasta el pecho, bajo la lluvia incesante.
Al fin del sueño, él sacaba el revólver del cajón de la inmediata mesa de luz (y es verdad que en ese cajón guardaba un revólver) y lo descargaba contra los hombres.