Cuando estos empiezan a desaparecer, sólo quedan las antocianinas para hacer este proceso, haciendo que finalmente los árboles se tiñan de colores marrones y rojizos.
A mediodía, los rojizos leones bajan a beber a la orilla del río. Sus ojos son verdes aguamarinas y sus rugidos más atronadores que los rugidos de la catarata.