Se retiraba pero volvía, midiéndome con los ojos, esta vez me vas a pegar o no, me acerco un poquito más y me alejo, a que ahora no me pateas, qué sabida.
Más has dicho, Sancho, de lo que sabes -dijo don Quijote-; que hay algunos que se cansan en saber y averiguar cosas, que después de sabidas y averiguadas, no importan un ardite al entendimiento ni a la memoria.
Es sabida, además, la importancia que la autora le ha concedido a los títulos, el primer elemento que utiliza el autor para seducir a sus lectores, así como a los comienzos y desenlaces de los textos.