11.Nos encontramos en la planta de abajo del Villa-Rosa, que era precisamente donde se realizaban las fiestas privadas, los señoritos con los artistas que elegían arriba en la sala principal.
12.El señorito Tom Bloomfield era un niño muy alto, de siete años, de cuerpo delgado pero fuerte, pelo rubio, ojos azules, pequeña nariz respingona y tez pálida.
13.Don Gustavo, que se declaraba agnóstico (lo cual la Bernarda sospechaba era una afección respiratoria, como el asma, pero de señoritos), opinaba que era matemáticamente imposible que la criada pecase lo suficiente como para mantener semejante ritmo de confesión.