Esperamos que los organismos jurisdiccionales de las Naciones Unidas no permitan que, vía procedimientos judiciales torcidos, se despoje a los pueblos en economías de desarrollo de recursos importantes.
El alcalde, con el ojo derecho torcido por el calor, la contempló con lástima. – Entonces no pierda más el tiempo, señora –dijo–. Se la llevó el carajo.
Pero allí, sobre el burro, avanzando por un camino estrecho y torcido, bordeado de cocoteros, sentí que no podía resistir un minuto más. Pedí que me diera agua de coco.
Volvía de la calle con su chaquetón nuevo de cheviot amarrado con fuerza a a cintura, un pañuelo a la cabeza y sus viejos zapatos con los tacones torcidos llenos de barro.
Entonces Lorenzo Daza se echó hacia atrás en el asiento con los párpados enrojecidos y húmedos, y el ojo izquierdo giró en su órbita y quedó torcido hacia fuera. También bajó la voz.