Es la ciudad a la que dedicamos votos de fidelidad eterna y la que por siempre late en cada corazón judío: “¡Si me olvido de tí, oh Jerusalén, que mi mano derecha olvide su destreza!”.
Y hay más: que no parece sino que el jumento entendió lo que Sancho dijo, porque al momento comenzó a rebuznar, tan recio, que toda la cueva retumbaba.
Eres lo que desayunas los domingos, eres esa canción atrapada en tu cabeza, eres esa película que decidiste volver a ver y esa persona a la que eliges besar.
En Tel Aviv, cientos de personas pasan cada día por este campamento homenaje, donde han instalado una réplica de un túnel en el que resuenan las bombas del ejército israelí en Gaza.
El paso de Platero resuena en las grandes losas que abrillanta el riego, azules de cielo a trechos, y a trechos blancas de flor caída, que, con el agua, exhala un vago aroma dulce y fino.
Había algo tan tranquilizadoramente próspero y respetable en su aspecto que, tras un momento de duda, Núñez se adelantó sobre su roca hasta quedar a la vista, y emitió un poderoso grito que resonó por todo el valle.