Durante esos doce días, huelga decir, creía que seríamos tragados por el mar y, a decir verdad, ninguno de los que estaba a bordo, esperaba salir de allí con vida.
En esta angustiosa situación, mientras padecíamos el terror de la tormenta, uno de nuestros hombres murió de calentura y el mozo del capitán y otro de los marineros ca yeron al mar por la borda.
Pero sé que estábamos conversando en la cubierta y de pronto vino el golpe de la ola, la ola fatal de las 11.55, y desperté sobresaltado, agarrándome con todas mis fuerzas al enjaretado para no caer al mar.