Conversaron sin preocuparse de la hora, porque ambos estaban acostumbrados a compartir sus insomnios de jóvenes, y tenían mucho menos que perder en sus insomnios de viejos.
Ella se las encontraba por la noche arrugadas bajo los insomnes almohadones, él en el bolsillo de su abrigo, y todas acababan en un grito de angustia, en una desdichada pregunta.
Nunca se imaginó cuánto sufría ella en sus insomnios del internado, en sus fines de semana sin él, en su vida sin él, porque nunca se imaginó cuánto lo amaba.
En estos casos se recomienda: " terapia cognitivo conductual para el insomnio" , tiene efectos a corto plazo igual de buenos que los medicamentos, además de un buen pronóstico a largo plazo.
Otro nombre entrañable, aunque no tenga el apellido Buendía, es el de Melquiades, el gitano que se convierte en guía para los habitantes de Macondo y quien de hecho lo salva de la peste del insomnio.