Sin embargo, confieso que no entendí que esa antigua imagen era la clave y así fue necesario que tu relato me suministrara un símbolo más preciso: la telaraña.
Pero a la tercera mañana de la llegada de Bingley al condado, desde la ventana de su vestidor le vio que entraba por la verja a caballo y se dirigía hacia la casa.