Las emisiones o absorciones deben presentar una marcada correlación con otros datos indicativos conocidos o más fáciles de obtener (factores indirectos).
La ventana para actuar es muy estrecha: para el 2030 las emisiones de dióxido de carbono se deberían reducir en un 45% y para el año 2050 no debería haber emisiones.
En total, los bosques marinos secuestran unos 310 millones de toneladas de carbono al año, que representa el 3% de las emisiones de carbono por año en el mundo.
África solo representa entre el 2 % y el 3 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, pero sufre de forma desproporcionada los resultados del cambio climático.
Las emisiones deben disminuir un 9% cada año hasta el 2030 para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados centígrados y evitar lo peor del cambio climático.
Reducir las emisiones mundiales de metano procedentes del petróleo y el gas en un 45% supondría en los próximos 20 años tantos beneficios para el clima como cerrar mil centrales de carbón.
El bloque de Juntos por el Cambio optó por la abstención, ya que si bien coincide con el espíritu de la medida, asegura que incentivara la inflación al ser financiada con más emisión.
Los autos en la calle, los aviones en el cielo, o los trenes que llevan a la gente al trabajo, incluido el transporte marítimo, contribuyen al 16% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
En concreto, el grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático ha instado a reducir las emisiones de metano al menos un 30% para 2030, a fin de alcanzar los objetivos del Acuerdo de París.
Y las emisiones anuales de gases de efecto invernadero están en su punto más alto, con un aumento del 1,3% el año pasado, según un informe presentado este viernes por el Programa para el Medio Ambiente.