¿Ves cómo adelantan las manos cual para detener el aire mismo, apartando peligros imaginarios, con mimo absurdo, hasta las más leves ramitas en flor, Platero?
No tenía forma de hacer una canasta porque no disponía de ramas que tuvieran la flexibilidad necesaria para hacer mimbre, o al menos no las había encontrado aún.
Cualquier rama suya, engalanada de esmeralda por abril o de oro por octubre, refrescaba, sólo con mirarla un punto, mi frente, como la mano más pura de una musa.
El frailejón tiene una aparencia peculiar, con un tallo largo y grueso que se divide en numerosas ramas, donde se desarrollan hojas peludas y gruesas que le dan una apariencia de esponja.
No, no son las plantitas en un tiesto que vemos a menudo en Alemania, sino árboles magníficos, con ramas cargadas de frutos que brillan intensamente entre el follaje verde oscuro y que casi sustituyen al sol.