Después de esta decisión, el empleador comenzó a pagar a los hombres 15 coronas estonias por hora; sin embargo, la bonificación por trabajos complementarios garantizaba a los hombres sus ingresos anteriores.
El tiempo promedio total trabajado por las mujeres por día (8 horas y 3 minutos), excedía en casi una hora el tiempo promedio total trabajado por los hombres (7 horas y 8 minutos).
Así que podemos acabar con la conclusión final y alargar, hacer mucho más larga esta famosa frase: Roma no se construyó en un día, pero se ponían ladrillos cada hora.
Serían 10500 kilómetros y, a una velocidad de 4800 kilómetros por hora, podrían completarse en solo dos horas y diez minutos, en vez de las 13 horas que se necesitan actualmente.
Todo se hizo con muchísima presteza, y así, a la vela navegamos por más de ocho millas por hora, sin llevar otro temor alguno sino el de encontrar con bajel que de corso fuese.