Hemos afinado el nuestro para su recital. Pascual, prepara la habitación de siempre, y por los perros no se preocupe, estarán bien cuidados en las perreras.
Una banda de músicos tocaban una pieza alegre bajo el sol aplastante. Al otro lado del pueblo en una llanura cuarteada por la aridez, terminaban las plantaciones.
Así fue siempre. En verdad no tenía una vocación definida, pero había logrado las más altas calificaciones mediante una disciplina inflexible, para no contrariar a su madre.
Juntos escuchábamos a la banda de música del quiosco del parque del Oeste y remábamos en las barcas del Retiro en las mañanas de domingo que hacía sol.
Y justo también había conocido a Refri y nos entendíamos mucho a la hora de hacer música, a la hora de escuchar muchas músicas distintas, de disfrutar los dos tocando.
Gregorio escuchó el concierto desde la habitación, pero para poder escuchar mejor, ya que le gustaba mucho como su hermana tocaba música, se asomó sin importarle que los hombres lo pudieran ver.
Cuando le ponés a un chico de siete u ocho años la Rhapsody in Blue de Gershwin o le hacés escuchar a Mercedes Sosa o a Sinatra, estás haciendo una tarea.
Pero la plaza cubierta de baldosas hasta el atrio de la iglesia, donde estaba el tablado de los músicos, parecía un muladar de botellas vacías y toda clase de desperdicios de la parranda pública.