Tenía un bigote altivo de mosquetero, el cabello azulado y abundante con ondulaciones románticas, las manos de arpista con la sortija de viudo en el anular izquierdo, y los ojos alegres.
Allá abajo les ha llovido —aquella nube fugaz que veló el prado verde con sus hilos de oro y plata, en los que tembló, como en una lira de llanto, el arco iris.
Finalmente, un joven músico apareció en la cueva armado sólo con un arpa, haciendo su petición a los magos: " quiero convertirme en una bella flor y tener la voz de un ángel" .