Mientras esperaban la carne, Homero sacó del bolsillo de la chaqueta una billetera sin dinero y con muchos papeles, y le mostró al presidente una foto descolorida.
Al pasar junto a él, vi asomarse el rostro que te he enseñado esta tarde. Me fascinó al instante. Estuve toda la noche obsesionado con él, y todo el día siguiente.
Me voy a casa muy contento y cuando llego a casa, me empezaron a surgir varias dudas, varias inseguridades, miedos de que tal vez, lo que yo estaba por presentar a la gente, no era tan bueno.