" Aquí tienen el manto… Las prendas son ligeras como si fuesen de telaraña uno creería no llevar nada sobre el cuerpo, más precisamente esto es lo bueno de la tela."
Si faltaban azucenas, la luz era blanca, acariciadora, gozosa, y a los ayunos y cilicios sustituían los espineros de todas las torturas florecidos bajo el signo de la cruz y de las telarañas.
Herido por las lanzas mortales de las nostalgias propias y ajenas, admiró la impavidez de la telaraña en los rosales muertos, la perseverancia de la cizaña, la paciencia del aire en el radiante amanecer de febrero.