Pues con esa licencia -prosiguió la discreta Leonisa-, quiero que no se me haga de mal mostrarme desenvuelta, a trueque de no mostrarme desagradecida; y así, ¡oh valiente Ricardo!
Gerasim era el único que no mentía, y en todo lo que hacía mostraba que comprendía cómo iban las cosas y que no era necesario ocultadas, sino sencillamente tener lástima a su débil y demacrado señor.